Y de repente querer poder volver. Estar en esos lugares. Con esas gentes. Sentir el abrazo, el labio, el calor.
Sentir. Hacer. A ser.
Eso.
Sunday, April 29, 2012
Wednesday, July 09, 2008
Homelessness
Alguna vez escuchó a alguien decir que la casa maternal es el único hogar que conoceremos. Luego, de adultos, cada casa no es más que una piedra de descanso, un techo incierto que nos cobija en el largo peregrinaje hacia el próximo no sé qué.
Y entonces pensó: Como el caracol, cargamos esta insoportable pesadez de vivir —y la imagen de aquellos labios enrojecidos por la fruta recién mordida— sobre nuestros hombros, cada día más cansados.
Alguna vez escuchó a alguien decir que la casa maternal es el único hogar que conoceremos. Luego, de adultos, cada casa no es más que una piedra de descanso, un techo incierto que nos cobija en el largo peregrinaje hacia el próximo no sé qué.
Y entonces pensó: Como el caracol, cargamos esta insoportable pesadez de vivir —y la imagen de aquellos labios enrojecidos por la fruta recién mordida— sobre nuestros hombros, cada día más cansados.
Sunday, June 08, 2008
Friday, March 21, 2008
Saturday, August 18, 2007
Un año después (Slowly)

A tí que llegas: ¿cómo se vuelve uno escritor?
Por lo libros, diría Margarite Duras. Tu Margarite Duras.
Pero no me basta.
¿Acaso no hay cientos de miles de personas que rompen noches entre las páginas de libros que cambiarán sus vidas por siempre? ¿Que acercan los lomos para olfatear la humedad y la tinta? ¿Que se conmueven con el giro de una frase? ¿Que se pierden en la piel de un otro de papel?
Y sin embargo, ellos -esos cientos de miles- no despiertan en la madrugada de un jueves diciéndose: escribiré una novela.
Tú sí. Yo, no sé.
¿Y cómo se atreve uno a sentarse frente a una hoja de blanco profundo? ¿A escribir la primera palabra? ¿A escribir el mundo una vez más?
¿Será, acaso, que me falta vida? ¿Que falta calle bajos mis pies?
Yo no sé. Pero los libros no me bastan.

A tí que llegas: ¿cómo se vuelve uno escritor?
Por lo libros, diría Margarite Duras. Tu Margarite Duras.
Pero no me basta.
¿Acaso no hay cientos de miles de personas que rompen noches entre las páginas de libros que cambiarán sus vidas por siempre? ¿Que acercan los lomos para olfatear la humedad y la tinta? ¿Que se conmueven con el giro de una frase? ¿Que se pierden en la piel de un otro de papel?
Y sin embargo, ellos -esos cientos de miles- no despiertan en la madrugada de un jueves diciéndose: escribiré una novela.
Tú sí. Yo, no sé.
¿Y cómo se atreve uno a sentarse frente a una hoja de blanco profundo? ¿A escribir la primera palabra? ¿A escribir el mundo una vez más?
¿Será, acaso, que me falta vida? ¿Que falta calle bajos mis pies?
Yo no sé. Pero los libros no me bastan.
Tuesday, August 01, 2006
Patetismo
Y pasan unos años, y te sabes todavía joven, pero las canas comienzan a aclarar tu pelo, y las líneas surcan tu cara con más fuerza. De repente los amigos son sólo un grupo pequeño y eres menos tolerante. Te cuesta trabajo levantarte al otro día de una borrachera y te preguntas cómo le hacías para beber ron con limón, fumar una cajetilla de cigarrillos y oler un saco de coca hasta las 5 de la mañana dos y tres veces por semana. Eres tentativo en el amor porque te cansa el sexo casual y borracho, pero en el fondo no deseas más que estar solo. Nada excepto tu cuerpo delata los años que has vivido, en todo caso más de los cronológicos 25 que marca el calendario; la suma de todas tus experiencias no da por resultado madurez o seriedad o sabiduría.
No eres más que un montón de recuerdos y estupideces y alegrías amontonándose a la orilla de algo incierto.
No eres más que un montón de recuerdos y estupideces y alegrías amontonándose a la orilla de algo incierto.
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