Sunday, December 11, 2005

Canción de amor
Al cabrón de Prufrock

Dos doñitas bien gorditas hablan sobre Miguel Ángel en la parada de guaguas frente a la escuela Hawthorne. Mientras miro de reojo el flaco espacio entre ellas, me pregunto: And do I dare, do I dare squeeze myself in there?

2 comments:

Rodrigo Köstner said...

Esto es un gran juego de intertextualidad, 62. El desparpajo con que arremetes en contra de Prufrock y la reactualización de la urbanidad inmediata a través de las gorditas de la parada de guagua, sin que por ello pierda su intensidad poética, me parece algo que más que un chiste o un mero ejercicio de canibalización. De seguro que en ese intersticio que se salva de la monumental corporeidad de las doñas aún reside el opaco brillo de Tiresias. Eliot también es un modelo para armar (y desarmar). Acojo con entusiasmo la llegada de tu blog. Saludos.

sesentaydosvecesdesarmado said...

Eliot es, y seguirá siendo, un referente indispensable. “Hollow Men” y “The Wasteland” son tan pertinentes ahora como hace unos ochenta años atrás. Gracias por su comentario, Don Köstner. Y bienvenido sea, pues, a la casa de la afasia.